sábado. 20.04.2024
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Vidal Herrero, de la empresa Covaleda Aventura

Con el otoño, además de la micología, llega otro de los atractivos de la comarca: la berrea del ciervo, un espectáculo animal que cada año atrae a un mayor número de turismo, sobre todo procedente de Madrid y Cataluña. Escuchar los bramidos de los machos, e incluso llegar a verlos en sus peleas con otros ciervos por intentar conseguir a las hembras, es una de las excursiones que más demanda se están realizando a las empresas de rutas en Pinares en los últimos años.

Y es que la comarca es una de las que cuenta con mejores condiciones para disfrutar de este ritual, sobre todo las zonas de Neila, Quintanar, Pinilla de los Barruecos, Villavelayo, la parte de Cameros y la Sierra de Cebollera por el Royo. Por supuesto, también en las laderas de los Picos de Urbión y en la zona de Santa Inés, en Vinuesa, una de las mejores para disfrutar de este concierto de bramidos.

Numerosas son las empresas de senderismo que ya se dedican a llevar a grupos de personas a estas zonas para oír la berrea del ciervo. Uno de ellos es Vidal Herrero, de la empresa Covaleda Aventura, que asegura que “la demanda de este tipo de rutas ha crecido considerablemente en los últimos años. La berrea se va conociendo cada vez más y la gente de las ciudades viene a esta zona para que les guiemos y puedan escuchar a los ciervos e incluso, si hay suerte, verlos en directo”, señala el guía de montaña.

Una excursión de este tipo puede rondar sobre los 20 euros por persona y la duración de la ruta está entre las dos y las seis horas. “Todo depende de si quieren ir en coche o andando, nos acoplamos a lo que el cliente quiera y en todas las rutas damos un pequeño almuerzo”, añade Herrero puntualizando que “los amaneceres o atardeceres son los mejores momentos para poder contemplar el extraordinario escenario natural, pero dependerá de las lluvias que la berrea sea más o menos enérgica y que se extienda en el tiempo”.

EL RITUAL. Dentro del ritual, los machos comienzan a levantar la tierra y a orinar para marcar el territorio. De esta forma avisan a sus competidores de que la zona tiene dueño. Con estas maneras la mayoría de los árboles quedan marcados por la pasión de los venados ya que son el saco de golpes de un entrenamiento por la procreación. Luego llegan los golpes de cornamentas y sólo el mejor de la manada conseguirá su harén de hembras y con ello ser el progenitor de una nueva generación de cervatillos.

Desde la Consejería de Medio Ambiente se advierte que los ciervos son animales que no están acostumbrados a las personas y que por ello hay que tener respeto y no interferir de ningún modo en sus vidas y en sus actos.

“Cada vez se demandan más rutas para ver la berrea”