domingo. 28.04.2024

El micoturismo crece. ¿Podemos decir lo mismo de nuestra responsabilidad con el monte?

Seguimos acudiendo al monte a recoger setas. Eso está bien. Para algunos, es el único momento para  acercarse a las masas forestales. Una vez al año no hace daño. Bienvenidos. Sin duda es una forma de aprovechar un recurso que la naturaleza nos aporta.

He de decir que no esperaba yo que la gente se sumase a las regulaciones micológicas como lo están haciendo los pueblos, a través de vecinos y ayuntamientos. Tenemos asimilado que si esta riqueza no la controlamos y regulamos, corre el peligro de desaparecer.

Para algunos hay una excesiva presión recolectora, y no les falta razón. Cada pocos metros, se hace habitual un coche aparcado junto a carreteras y pistas forestales. Entramos en el monte, arrancamos setas que no nos llevamos, y las pisamos para dejar huella de nuestra presencia, como un arrebato enfurecido por no encontrar aquella que nosotros buscábamos. Es la seta mala. No falta alguna lata de bebida, paquete de tabaco vacío, desperdicios que llevamos en la cesta. El monte es como el mar. Todo lo tolera y lo aguanta.

Entre quienes acudimos a recolectar setas a los montes hay diferentes pretensiones. Unos lo hacen para recreo, por ver la micología de cerca, y en plena naturaleza. Son aquellos que les gusta más coger que comer. A otros en cambio, les encanta unos boletus a la plancha, unos níscalos salteados, unas cesáreas en carpaccio…Los del tercer grupo van más con intención de poner a la venta lo que se llevan del suelo. Hay días que se da mejor, y otros te aburres por ver material deteriorado, sin visos de poder llenar bien las cestas. Y luego están los ‘apisonadora`, quienes hoy están aquí y mañana allí. No saben cómo ni por donde van. Se guían por un instinto innato, y si pudieran levantarían toda la red que conforma el micelio sin importarles si mañana esto puede continuar.

Conjugar estos variados usos para las setas no es sencillo, pero no es imposible. Erradicar a quienes abusan de los montes es más que necesario. Hemos de primar el disfrute, la recolección ordenada y la más específica en conseguir cantidades, y bien identificados y controlados nos hacemos básicos para poder abastecer a restaurantes, empresas y distribuidores. No puedo con aquellos que toman el monte como un campo de tiro, y hacen alarde de su puntería con machacar todo lo que no se mueve.

Si entre las masas forestales somos consecuentes con lo que tenemos alrededor estoy seguro que vamos a disfrutar más de la gastronomía, en un restaurante o bar de Pinares o en nuestra propia casa. Si ya entre pinos y robles nos comportamos como energúmenos es mejor que demos la jornada por terminada. El micoturismo crece. Es nuestra responsabilidad hacer que permanezca en el futuro.

El micoturismo crece. ¿Podemos decir lo mismo de nuestra responsabilidad con el monte?