sábado. 20.04.2024

A un solo clic

Jueves 23 de febrero. Cafetería del Hotel Centro de Burgos. El frío nubla los rostros de aquellos que se atreven a pasear.

 

Germán Martínez Rica
Germán Martínez Rica

 La cafetería se convierte así en el lugar perfecto para que alma y cuerpo sonrían relajadamente. En una de las mesas, dos parejas de jubilados pasan el rato felizmente jugando a las cartas. Al lado, un ejecutivo hace una llamada, mientras en la mesa del fondo dos jóvenes enamorados hablan sonriéndose. Mi mesa es la de siempre. La más cercana a la puerta y al trajín de los clientes. Aun no he tocado el café con leche. La taza quema. El portátil está encendido. Tengo tan sólo una hora para trabajar. Wifi. Internet va perfecto. Adoro está herramienta. Abro mi email. Me han preseleccionado para un programa de empresa europeo. ¡Genial! Además, Alberto, el gerente de Scotlandtrips, solicita mi ayuda para configurar la marca de su empresa. El wattsup quema. Los mensajes en los grupos de Pinares, de Arlanza y de Repuebla se suceden. La información fluye. Es como el Pedroso en primavera, un río fuerte, orgulloso y limpio de aguas cristalinas. Apuro mi café. La camarera, preciosa, me sonríe. Le devuelvo la sonrisa. Será otra nueva excusa para volver al mismo lugar. 
Llego a casa exhausto. En el trayecto desde Burgos a Salas mi mente se vuelve loca con mil y una ideas sobre los pueblos, sobre las marcas, sobre internet, sobre qué rápido va todo en esta vida sin freno. Y pienso que Risto Mejide tiene razón acerca de que debemos entendernos y entender lo que hacemos como marcas que deben posicionarse en un mercado convulso y cambiante. Y pienso en nuestros pueblos, en su lenta agonía, en esa sangre perdida de aquellos habitantes que ya no están en el pueblo que los vio nacer. Y pienso que es mejor sonreír que llorar, que es más sabio insistir que parar y que es mucho más inteligente luchar que darse por vencido. Si David venció a Goliat es porque descubrió el punto débil del gigante, su asquerosa arrogancia. Y nosotros, los de pueblo, sobreviviremos siempre en la medida en que encontremos el punto débil que tiene el sistema. Y aunque muchos no lo crean, es Internet. Internet no es el enemigo, es un aliado. Debemos creer. Creer es un verbo poderoso cuando se aplica. Tan fuerte que puede cambiar el más aciago de los destinos. Debemos creer. En nuestros pueblos, en nuestras empresas, en nuestras tradiciones, en nuestros valores y en nosotros mismos. Somos marcas de éxito. Posicionémonos en Internet y digámosle al mundo que estamos dispuestos a luchar. David volverá a vencer a Goliat. La victoria es nuestra. A un solo clic. 

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