martes. 30.04.2024

Promesas, promesas....

“Puedo prometer y prometo…” es una famosa frase usada por Adolfo Suárez en su discurso ante las elecciones generales de 1977 que ha trascendido a la historia de los eventos políticos.

Hay un refrán muy conocido por todos: Más vale un “toma” que dos “te daré” donde se define que las muchas promesas disminuyen la confianza. Todos, en el curso de la vida, prometemos algo que según nuestras esperanzas vamos a cumplir con certeza. Pero no siempre sucede así porque, a veces, anidan los temores al fracaso o a la ofensa. Sin embargo en estos tiempos de elecciones a las alcaldías y a la presidencia de las Comunidades Autónomas, estamos asistiendo a una locuacidad inusual y compulsiva en unos discursos sin opción para escuchar las opiniones contrarias a las promesas hechas por el político de turno. Y, demasiadas veces, las respuestas van enfundadas en frases o dichos carentes de todo respeto, hasta llegar al insulto. Según Antonio Machado, “es propio de cabezas medianas, embestir contra aquello que no les cabe en la cabeza”. En un régimen democrático nuestros políticos son elegidos por los ciudadanos y ellos nos representan. En nuestro nombre, no pueden llamar “Okupa” a un político electo para el cargo al que ha sido asignado. El respeto es la primera demanda exigida a nuestra clase política. Es el primer mandamiento en los discursos electorales porque es la base de todas las relaciones sanas. Sin él la convivencia resulta imposible.

            En nuestra tierra votamos -con v- y damos con nuestro voto la mejor solución para no salir botando –con b- de los pueblos. Es decir que no nos arrojen al cesto de los trastos olvidados. No somos calderilla, ni migajas, ni culitos de vaso. Somos pueblos vacíos a los que nos arropa la Constitución que es alma de los Estados, la piedra angular de nuestras libertades. Todos los Municipios y Comunidades Autónomas tienen que defender sus derechos escritos en la Carta Magna. Todos. Y en primer lugar nuestros derechos humanos. Hago referencia a un derecho prioritario: La salud. Una población envejecida habita en nuestros pueblos. Nos dicen que nos cuidemos, y que vayamos al Hospital más próximo cuando observemos alteraciones en personas con historial de cardiopatías, deficiencias respiratorias u otros accidentes de cierta trascendencia. Tenemos dos horas de camino para llegar a un hospital. Y dependiendo de la urgencia narrada a través de un teléfono, nos puede acercar con un helicóptero. La Sanidad Pública es la primera obligación. Es cierto que en nuestro paraíso terrenal de pinares, a pesar de la sequía indeleble, la salud se respira, se absorbe, se incorpora a los hábitos saludables del vivir.

            En nuestros pueblos votamos a las personas en preferencia a los partidos políticos que los arropan. Los conocemos. Ellos saben que valoramos su actitud positiva en el “más hacer y menos hablar”. Hay que poner una alfombra roja a los que allanen el camino para el encuentro de un trabajo e inscribir un vecino más en el pueblo. Un aplauso ante el mejor escenario.

 

                        Guadalupe Fernández de la Cuesta  

 

Promesas, promesas....